Visitamos Chicoana Inca, escenario del primer combate entre hispanos e incas en Argentina

En mayo de 2023  estuvimos en Chicoana, vieja capital inca abandonada en las alturas Salta,  mira el video para conocer su historia

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En 1471 el Inca Tupaq Yupanki encabezó una campaña militar para la conquista de los Valles Calchaquíes, en el Noroeste de Argentina. Luego de dos batallas exitosas en el sur de Bolivia, contra aymaras y guaraníes chiriguanos,  y mientras sus generales Apu Qhapaq y Apu Amaru atacaban a los diaguitas de Salta y Catamarca, él mismo, al frente de una división, bajó a las tierras bajas de Santiago del Estero, enfrentándose a las fuerzas santiagueñas de la Federación Tonokoté. Tras derrotarlas, avanzó sin resistencia hasta las orillas del río Paraná, y siguiendo su cauce, llego al Río de la Plata, al cual y según el cronista Juan de Betanzosal verlo tan ancho, no lo cruzó“, volviendo sobre sus pasos hasta subir la Cuesta del Obispo en Salta y descansar en la ciudad de Chicoana. A ese camino los incas lo llamaron Qaraqara Ñan y hoy lo concocemos como Carcarañá.

 

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1536. Salta, cerca de Cachi. Sur del Imperio Inca

Diego de Almagro teme que su reciente amigo Pawllu, heredero al trono del Imperio, lo traicione en medio de un país desconocido. Acaba de ver en Bolivia como los líderes locales le ofrecieron levantar en armas  hasta 50.000 hombres. Almagro solo tiene 300 hispanos y 200 africanos combatientes.

Ahora están  en la capital de la provincia inca de Chicoana. Decide hacer un alarde de fuerzas y esconde a sus hombres tras los muros del centro cívico. Manda a sus aliados peruanos a atacar a los civiles, diaguitas argentinos y peruanos, para provocar a la guarnición local, acantonada en una fortaleza en lo alto de un cerro, salga para defender la población.

Cuando la guarnición comienza a bajar, los peruanos se meten dentro de la gran plaza del centro cívico. Almagro espera que, estando cercados dentro de los muros de la plaza, pueda proceder a fusilarlos por un lado con losarcabuceros, mientras su caballería los acomete por el otro lado. Pero la guarnición local se da cuenta y se retira antes de entrar al cerco.

550 años después llegamos a las ruinas de la vieja capital inca, Todavía se mantiene en pie una parte de la Kallanka.

Al ver fracasar su plan, Almagro parte al galope seguido de sus compañeros. Un oficial diaguita lo ve y le dispara con su estólica, el proyectil mata el caballo de Almagro, que cae y queda atrapado debajo. Entonces el oficial inca corre hacia él, desenvainando su cuchillo dorado…

500 años después llegamos a las ruinas de la vieja capital inca, vemos que todavía se mantiene en pie parte de la Kallanka, el palacio inca detrás del cual se ocultó la gente de Almagro. Vamos a ver lo que queda de ella.

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Fragmento del libro Incas, Conquistadores y Jaguares

Chicoana Inca, una capital de provincias

De toda la planta urbana, que era muy extendida, destacaba el centro cívico el cual se situaba en el medio y donde todavía hoy subsisten las principales construcciones.
En las ciudades del noroeste argentino anteriores a la invasión, entre finales del siglo 15 y principios del 16, aun siendo extensas y con instalaciones públicas sofisticadas, la población no estaba hiperconcentrada como ahora, sino distribuida de forma homogénea.

Una ciudad del noroeste argentino en esa época estaba conformada por una serie de urbanizaciones contiguas de entre 200 y 1.000 habitantes cada una, separadas por áreas verdes las cuales albergaban tanto instalaciones para el mantenimiento como la producción.

En su conjunto podían albergar unos 10.000 habitantes a quienes se llamaba tiak yta (diaguita), es decir, ciudadanos, para distinguirlos de los suri, los campesinos que vivían aislados en el campo.
Este modelo de ciudades ocupaba las zonas de montaña y se proyectaba hasta el centro del país, incluyendo Córdoba.
Como informan los arqueólogos, Chicoana era de las más grandes, y podemos constatar si vamos hasta allí, que el sector público de la ciudad estaba en la zona más baja del valle y consistía en una gran plaza donde se levantan edificios de carácter administrativo y religioso.

En 1536, cuando Pawllu y Almagro están entrando, hacia el norte podía verse la gran plaza, flanqueada por un templo, réplica del Kuyusmanku cuzqueño, que era sin duda la construcción más notable y de la que aún podemos ver hoy en día una increíble pared de más de ocho metros de altura que ha resistido el paso del tiempo.

Aquel año estaba en su mejor momento. Se trataba de un galerón rectangular con cubierta a dos aguas, de 40 metros de largo y 8 de ancho, con una altura como digo de 8,5 metros.
Era un edificio típicamente incaico y polifuncional, de uso tanto religioso como político. Formaba parte de un complejo donde se hospedaban funcionarios de alto rango, nobles y oficiales del ejército los cuales llegaban a la ciudad provenientes de Bolivia y Perú. Este templo también era utilizado para el desarrollo de reuniones, consejos y otros eventos de carácter público.

Según Raffino el edificio tenía 320 metros cuadrados y sus dos altos hastiales o paredes triangulares destacaban desde lejos, sobresaliendo del resto de los edificios de la ciudad.
Uno de los lados del templo estaba abierto, sostenido por columnas dispuestas a cinco metros de distancia entre sí, y daba a la inmensa plaza.

Igual que hoy en la Plaza de Mayo, allí se instalaban las autoridades en los actos políticos, a la vista de la multitud congregada en la plaza.
Los arquitectos paccioca provenientes del Perú central lo construyeron siguiendo el diseño del Kuyusmanku original, un famoso templo cuzqueño.

Hay un dibujo de la época, realizado por el inca yarowillka Waman Puma (Felipe Huaman Poma) que nos muestra este formato de obra pública seguido por los arquitectos del estado en diversos lugares del imperio, un patrón constructivo consistente en la asociación del edificio polifuncional que describimos junto a una plaza circular llamada Suntur Wasi, la Casa Redonda, así como otros edificios relevantes.
Era un template o plantilla arquitectónica que se repetía una y otra vez en los centros administrativos más importantes del Tawantinsuyu.

Ha sido Rodolfo Raffino quien descubrió que los arquitectos peruanos siguieron este modelo cuzqueño en Chicoana. Como era de esperar, la plaza también era una Suntur Wasi, circular y de gran tamaño, de unos 8.000 metros cuadrados (la mitad de la Plaza de Mayo).

Aquí vemos el patrón constructivo que los arquitectos incas reproducían en las grandes capitales de provincia, según Waman Puma (Felipe Guaman Poma de Ayala). Incap uasi Cuyusmaco (Palacio Real), Cuyus Maco (Casa del Inca), Chura Cona Uasi (Depósito), Carpa Uasi (Casa de tres paredes). Suntur Uasi (Casa Redonda).
Se utilizaba con fines políticos, en las paradas militares, fiestas religiosas y discursos de las autoridades. En el centro tenía un ushnu, un altar cuadrado de 8 metros de lado.
Como veremos enseguida, cuando Almagro vió la plaza se dio cuenta de que era un buen lugar para tender una trampa a los militares inca y demostrar su poder.
Recordemos que Almagro venía siendo hostigado por tropas diaguita y que algunos de sus hombres habían muerto en un enfrentamiento con guaraníes en la frontera jujeña.
Él sabía que la plaza junto al templo era la representación simbólica del poder inca. Con su ushnu sagrado en el medio y rodeada de muros, lo tenía todo para ejecutar un alarde de fuerza.
Además, al ser llana, la plaza permitía a la caballería demostrar su temible capacidad bélica y previsiblemente los muros dejarían atrapado al enemigo.
Solo había que hacerlos entrar en la trampa. Ahora veremos la treta que intentó utilizar para ello, aunque la jugada le salió mal.
Pero antes escuchemos la descripción del lugar donde se produjo el combate de Chicoana según un informe del arqueólogo Luis Martos,

“Por el extremo occidental, la gran plaza ceremonial está cerrada por dos canchas o patios sagrados cercados, en los que se realizaban ceremonias y danzas rituales. El grupo central de edificios está en un sector más alto y parece tratarse de una zona de servicio y almacenaje a juzgar por las dos grandes colcas (almacenes) de 8 m de diámetro que allí se levantan; se trata de construcciones de planta circular que se utilizaban como granero o almacén de otros productos y manufacturas. Excavaciones recientes señalan que fueron incendiadas al momento del abandono y de hecho, narran los cronistas españoles que varios años después de la caída de los incas, la gente seguía extrayendo granos y ropas que habían quedado abandonados en las colcas. Hacia el suroeste de este conjunto se suceden una serie de canchas o patios, terrazas y desniveles sobre los que se distribuyen algunos conjuntos, tanto residenciales como de almacenaje. El sector sur es el complejo residencial más importante y por ello ocupa la parte más elevada del sitio en torno a la cual se levantan numerosos cuartos, recintos y colcas. Es posible que este sector haya funcionado como la unidad residencial del curaca y su familia. Años atrás, Terence D’altroy recuperó algunas piezas de oro y nosotros encontramos una ofrenda de platos incas y huesos de llama. De igual forma, el patio entre la casa y la muralla mostró evidencias de una intensa actividad de tipo doméstico.”

Es la zona donde los mitmaqkuna tendieron la trampa antes de retirarse hacia la plaza donde aguardaba Almagro.
Además de la población productiva y funcionarios residentes en Chicoana, en Elencot la fortaleza que custodiaba la ciudad, residía una importante guarnición militar, mayoritariamente de origen peruano.
Un cronista, el padre Pedro Lozano nos informa el origen y rol de los contingentes militares movilizados hasta aquí por el Imperio Inca,

“…dicen ahora haber sido tradición entre los indios tucumanos que las milicias peruanas entraron por la parte de Salta (…) en el asiento que llaman de Chicoana, porque para seguridad de esta conquista mandó el Inga poner en aquel paraje un fuerte presidio, cuya guarnición venía a sus tiempos desde el Valle de Chicoana (en Perú), cercano a su corte del Cuzco, re mudándose unos en lugar de los otros, y todos naturales de aquel valle, por ser los más fieles, y por esta razón también llamaron a aquel sitio (en Salta) Asiento de Chicoana, en memoria de su patria”.

La importante guarnición integrada por estos fieles militares peruanos custodiaba el rico y extenso enclave incaico en Argentina.
Para imaginar su real extensión hay que pensar no solo en la ciudad sino en el conjunto de poblaciones separadas por pocos kilómetros que la rodeaban, algunas pobladas por los ciudadanos de la Federación Kallchaq, y otras por colonos peruanos, los pacciocas y pulares de la originaria Chicoana en Perú.
El conjunto estaba intercomunicado por numerosos caminos, andenes de cultivo y otras infraestructuras estratégicas tales como acueductos y almacenes. Introduzca aquí el texto del capítulo cinco.
Estamos hablando de un centro logístico y de mando de gran capacidad, densamente poblado. Para hacernos una idea de su importancia tengamos en cuenta que el área de acopio de granos, armas, herramientas y tejidos estaba compuesta por más de 1.000 qullqakuna o colcas, es decir, grandes silos de almacenamiento de tres metros de altura, cada uno capaz de acopiar varias toneladas de grano o manufacturas.

 


Imaginémonos un área con 1.000 torres de tres metros de alto. Tiene que haber sido impresionante. Era una verdadera ciudad de torres-almacén, alineadas de norte a sur y destinadas a guardar bienes para el mantenimiento del ejército y de los trabajadores dedicados a la obra pública.
Salvo en El Shincal catamarqueño no había nada comparable en el resto de Argentina.
No es de extrañar que el Gobernador Challku eligiera a Chicoana para que el ejército de Pawllu se re abasteciera allí antes de continuar su camino.
Y la razón de esto fue el carácter de enclave estratégico que tenía Salta para los incas, al ser la conexión de los mercados andinos con la producción de las tierras bajas.
Hoy en día la zona está plagada de ruinas incaicas y diaguita que son un atractivo para los turistas. Si vamos hacia al sur por la ruta 68 desde la ciudad de Salta nos encontramos con las poblaciones de Escoipe, Payogasta, Seclantás, Cachi y la actual Chicoana.
Aquí comienzan los Valles Calchaquíes y en las alturas que custodian el primer valle, controlando las riquezas almacenadas en los depósitos de estado, estaba el pukara o fortaleza de Elencot, con una importante guarnición, un mix de militares peruanos y colonos armados de diversos lugares del Imperio. Ellos son quienes van a protagonizar el primer enfrentamiento bélico importante con los invasores extracontinentales.

Mburu: